En el invierno de 1990 llegó al Real Betis en calidad de cedido Michal Bilek, centrocampista procedente del Sparta de Praga que había disputado con Checoslovaquia el Mundial de Italia 90 y, con la vitola de mejor jugador checoslovaco de aquel año.
Aquella temporada el Real Betis terminó descendiendo. Bilek había dejado buenas sensaciones por el Benito Villamarín y continuó la temporada siguiente con los verdiblancos en Segunda División.
El checoslovaco se hizo dueño de la banda derecha del equipo dirigido por su compatriota Josef Jarabinsky y, tras su cese, también fue indiscutible para Felipe Mesones.
Al caer en la promoción a Primera División frente al RC Deportivo, la directiva bética se vio en la tesitura de tener que desprenderse de Bilek por motivos económicos. El centrocampista checoslovaco regresó a su país fichando de nuevo por el Sparta de Praga.
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